La irritación de la mucosa nasal
La nariz es una especie de guardián de nuestro organismo. Su interior está revestido con una mucosa que tiene la función de «filtrar» el aire inspirado y de humidificarlo y calentarlo, todo ello para favorecer una correcta respiración. A pesar de ello, algunas condiciones pueden alterar su funcionamiento (contacto con virus, bacterias, alérgenos, polvo o contaminantes; patologías como la rinosinusitis; el frío o el uso de algunos tipos de medicamentos como antihistamínicos, antiinflamatorios y descongestionantes). Esto da lugar a una irritación de la mucosa que se manifiesta con síntomas como rinorrea (conocida también como goteo nasal) y sequedad y atrofia de la mucosa.
- La rinorrea (goteo nasal) se caracteriza por una hipersecreción de moco y presencia de mucosa edematosa. Estos fenómenos son responsables de la molesta sensación de «nariz tapada» que acompaña al resfriado común y a las rinitis, incluso de tipo alérgico. En estos casos, en primer lugar es necesario eliminar el moco: especialmente en el niño, es útil recurrir a los lavados nasales con soluciones salinas isotónicas o hipertónicas. En general, una vez liberada la nariz sigue siendo útil contrarrestar la inflamación, porque es ella la responsable de la hipersecreción.
- La sequedad y atrofia se caracterizan por una deshidratación de la mucosa nasal percibida con sensación de escozor y/o dolor y a menudo acompañada de la formación de postillas, cuya eliminación puede provocar una ligera pérdida de sangre. Pueden ser de tipo patológico (fase final de la rinorrea, formas particulares de rinitis vasomotora o alérgica, rinosinusitis), estar vinculadas al uso de medicamentos (como descongestionantes nasales, antihistamínicos, corticoides, mucolíticos) o derivar de factores ambientales y/o comportamentales (permanencia en ambientes secos o con exceso de calefacción, actividades deportivas de larga duración, etc.).